Jamás he tenido mascotas, lo más cercano a ello podrían ser mis hermanos de menor edad a los cuales, por unos cuantos dulces, a manera de soborno, puede uno hacerlos ladrar o gatear, por el puro placer.
Aunque ahora que lo recuerdo bien SI tuve una mascota, que tristemente me duró un mes. Una simpática, pero al parecer enferma coneja, de raza «lop de Cashemira» a la cual mi mujer y yo llamamos guya, una cursi y pedante mezcla entre nuestros nombres personales porque, bueno, uno es cursi cuando es adolescente.
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