Hoy mientras hacíamos fila para cruzar al otro lado, probablemente a comprar cosas triviales, recordé lo afortunado que soy al ver (como es usual en la frontera) la cantidad de gente no solamente pidiendo «limosna» sino «pasando el trapo» por los carros, vendiendo dulces u ofreciendo algún tipo de servicio para ganarse la comida del día, aquellos con suerte están mas o menos sanos, sino es por las marcas físicas de las drogas son también mas o menos afortunados, los menos, en sillas de ruedas sin piernas o hasta en patinetas como modo de transporte para discapacidad improvisado y moviéndose como pueden.
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