Hoy después de una larga jornada laboral me hice cena y me eché a ver la TV. Este Viernes se estrenó la temporada número 3 de Narcos: México y aproveché para ver un capítulo. La verdad es que tenía meses que no miraba o seguía alguna serie. Recientemente me dí «permiso» y comencé a ver también Brooklyn 99 que por cierto me parece maravillosa; comedia ligera (al estilo Big Bang Theory) si uno solo tiene ganas de «despavilarse«. Aunque no soy fan de estar pegado al televisor, tengo una inmensa lista de cosas que genuinamente quisiera ver pero, por falta de tiempo, no las he visto… o al menos eso creía.
Y es que en realidad es una cuestión de elección. Constantemente me pregunto ¿Cómo le hace la mayoría de la gente para poder estar actualizada con la cantidad de series y películas de actualidad? Si dividimos el tiempo que tenemos «libre» en realidad, en una semana mas o menos productiva, la verdad es que es bastante limitado. Quizá no tenemos esa impresión pero si dividimos en horarios las cosas que debemos hacer y las que queremos hacer, nos daremos cuenta que si vemos dos o tres series a la semana, digamos un par de capítulos de cada una, nos queda prácticamente nada de tiempo libre.
Entonces pienso en la «paradoja de la elección«, esa idea de que tenemos tantas opciones a la mano que, paradójicamente, terminamos escogiendo nada. Algo similar me pasaba en años recientes no solo con actividades simples, como el gigantesco catálogo de entretenimiento entre Netflix, Prime, YouTube o lo que se antoje, sino en temas más serios. No se si era falta de interés o la sensación de agobiarme por el simple hecho de tener que «tomar una decisión» de «qué ver«. Suena ridículo, lo se, pero si extrapolamos esto a otras de nuestras actividades del día a día o, incluso aquellas que nó son tan banales, nos daremos cuenta que ese factor de frustración es muy real.
Y así, viviendo en este mundo moderno con exceso de opciones para una sociedad ultra-consumista, se nos pasa la vida y la energía pensando en que «canasta poner nuestros huevos«. Pareciera que esto es algo ridículo pero se vuelve muy relevante, insisto, cuando está relacionado con otros aspectos de nuestras vidas, como por ejemplo, a quién le invertimos tiempo de calidad, que libros leemos o que temas estudiamos, cual noticiero ver, etc.
Este año de inmensas lecciones de vida para mi me ha enseñado a ser más flexible conmigo mismo, como por ejemplo, para ver un rato la TV sin sentir culpa aunque no me deje algo de «provecho» pero también me está enseñando a valorar mi tiempo y mis recursos, que como los de cualquier otro ser humano, son finitos y a veces hasta limitados.
Hoy, mientras escuchaba música preparando la cena, desde mi teléfono en YouTube Music, con, prácticamente, una librería ilímitada de opciones, sonaba esta canción sobre la radio AM en los 70’s:
I’d be in bed with the radio on
I would listen to it all night long
Just to hear my favorite song
You’d have to wait till you could hear it on the
AM radio AM radio
Y es así, como ahora tenemos esa grán facilidad de escoger que se vuelve, hasta cierto punto, monótono. Quizá el factor sorpresa o simplemente la imposibilidad de controlar algo tan simple como lo que queríamos escuchar en la radio, impactaba nuestro comportamiento de una manera diferente.
No hay nada de malo en tener la posibilidad de escoger el entretenimiento que consumimos, o el rumbo que deben llevar nuestras vidas, solo sé que, como dijo el tío Ben «Un gran poder conlleva una gran responsabilidad«. Tener entonces pues, en nuestras manos, el destino de nuestras vidas, es realmente una gran responsabilidad, quizá por eso pocos lo practican. ¿Yo? Estoy en ese proceso.
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