La noticia del centro de distribución de Amazon en Tijuana ya le dio, literal, la vuelta al mundo. Desde sitios locales hasta la BBC, pasando por supuesto, por las redes sociales. Donde todos coinciden con la misma narrativa: la Yuxtaposición de las bondades y los extremos del capitalismo y, como en el 99% de los casos de titulares y notas simples, la misión de crear un sentimiento en el lector, más que informar, se cumplió a la perfección, pero, ¿Qué sucede realmente en Tijuana, y en particular, en esta conocida zona del «Alamar»? Les cuento.
No soy oriundo de Tijuana, pero tengo casi 14 años viviendo en la ciudad y, claro, ya la conocía desde chico. Baja California es el segundo hogar para los Sonorenses que venimos de San Luis Río Colorado pues no hay nada relevante, en términos de urbanización, cerca del lado de Sonora. Dicho esto, me he mudado al menos unas 8 veces en la ciudad, he vivido en colonias muy diferentes, usado el transporte público, etc. Mi observación pues no viene desde una posición de «privilegio» aunque acepto ser blanco, alto y cisgénero.
Los titulares y la narrativa
Amazon no solamente sufre una cacería de brujas por haber «matado» al comercio tradicional y representar la monstruosa maquina del capitalismo injusto (¿Hay otro?) sino que, además, es el proyecto del hombre más rico del mundo: Jeff Bezzos. Lejos estamos ya de los tiempos donde Bill Gates era el «anticristo» y donde Microsoft era la herramienta del mismo para quedarse con nuestras almas, lo de hoy, es despreciar a Bezzos.
Veamos algunos titulares…
Centro de distribución de Amazon junto a casas de cartón en Tijuana desata críticas en redes
Amazon en Tijuana: la polémica por las fotos de un gigantesco almacén de la empresa construido en medio de un barrio marginal en México
VICE
Amazon to Open $21 Million State-of-the-Art Warehouse in Tijuana Slum
Adjunto al título de nota está el enláce a la noticia original. Al leerlas el patrón es el mismo: el gran contraste entre una planta que representa el más puro capitalismo y «cartolandia» por el otro. Ver las imagenes obviamente da que pensar.
Y es que obviamente, un reportaje bien informado y objetivo no vende. Crear victimas y victimarios y transmitir sensaciones, de preferencia negativas, en el lector, es lo que atrae mas visitas y clicks, y para muestra este caso que viene como anillo al dedo para construir una historia de protagonismo y antagonismo muy popular en tiempos actuales sobre todo en redes sociales y medios liberales y progresistas.
Ustedes los ricos, nosotros los pobres
Añejada y bien establecida, la idea del antagonismo entre el rico y el pobre es un romance que al Mexicano le encanta vivir a flor de piel donde una y otra vez se nos ha indoctrinado a odiar y culpar al «otro bando» de las desgracias propias. Si bien es cierto que, como en cualquier sociedad moderna, el capitalismo ha demostrado ser un sistema bastante injusto y propenso a la corrupción, también es cierto que se nos ha educado para construir una diatriba contra el mismo. «Us VS Them«.
Pero habría que analizar de manera objetiva el caso. De entrada, dicho «barrio» no es como tal una colonia regular. Estas casas de cartón so asentamientos irregulares, de los cuales hay muchísimos en Tijuana, donde, tanto inmigrantes como locales «fincan» o construyen, con lo que tienen a la mano, algun hogar donde vivir.
Desafortunadamente estos terrenos tienen dueño así que, generalmente, cuando llega el momento, y suficientes pobladores de estos barrios irregulares se organizan (o los organiza algún líder político o social) llegará lo inevitable; el reclamo al estado de un lugar digno donde vivir con servicios y todas las facilidades de otras colonias regulares.
Una de las cosas interesantes que puede uno notar en estos asentamientos irregulares son los mismos patrones de lo que estos pobladores supongo definen como prioridad; casas de cartón con antenas de TV satelital, carros de reciente modelo chocolate, etc. Sumado a que, claro, se cuelgan del servicio eléctrico y a veces hasta del sistema de agua potable el cual por supuesto no pagan.
Hasta este punto seguramente quien me esté leyendo pensará que soy un insensible más que va por la vida con la bandera de «el que está jodido es porque quiere» y aunque claro que sería injusto tachar todos los casos como holgazanería lo cierto es que, con la corrección política actual, cuesta mucho trabajo aceptar al «elefante en la habitación«.
Y, ¿Cómo es que conozco el caso particular de este asentamiento? Por que tenía que pasar por ahí, muchas veces. Familiares vivían en un fraccionamiento de al lado (Marsella) y desde tiempos de antaño el gobierno había prometido reubicar a estas personas, cosa que por supuesto no sucedió.
Es una cuestión de actitud
Recientemente el gobierno del estado, por ejemplo, anunció el registro de vehículos «Chocolate» o irregulares de los cuales se calcula hay unos 800 mil en todo el estado. Hasta el momento, solamente alrededor de unos 60 mil han sido registrados. Si bien esto parecería más una medida recaudatoria que otra cosa, pareciera que las ventajas valdrían la pena, al menos considerando el bajo costo del trámite comparado con los que tenemos que pagar placas, seguro, impuestos, etc.
Y bueno, tal y como era de esperarse, pocas personas con este tipo de vehículos han acudido a hacer dicho registro ¿Por qué? Bueno, pues porque naturalmente si no es una obligación (aunque técnicamente, lo es, pero no se procura por parte del estado, y ese es otro tema) ¿Para qué lo hago?
Y es precisamente aquí donde quiero hacer el hincapié sobre el tema: no es una cuestión de dinero, es una cuestión de educación cívica y actitud. No es raro ver en la ciudad el opuesto extremo de esto, los ya «infames» carros de lujo con placas de Morelos.
Como es bien sabido, algunos estados, como Baja California, imponen una tarifa bastante alta a vehículos considerados de lujo o que sobrepasen cierto precio de lista por lo que, sus propietarios, prefieren que la misma agencia les tramite las placas de otro estado donde no existen dichos impuestos.
La victimización como estrategia social
El empresario se queja de los altos impuestos, de los pocos apoyos del estado y de la alta burocracia de manera que, tiene que, necesariamente «jugar con el sistema«, el pobre y desempleado, que vive en situación extrema, no tiene ni un respiro y su mayor preocupación es mantenerse vivo y mas o menos saludable y proveer para su familia, lo último que piensa es en ser un ciudadano que aporte.
Los dos roles anteriormente descritos son precisamente el modus vivendi perfecto para fabricar personajes, en este caso las victimas, dependiendo del bando en el que se esté, y a quien se desee «golpear» o denostar.
Podría, este escrito, parecer una expresión de completa intolerancia y falta de empatía de mi parte, cosa que no es. Procuro ser objetivo y por supuesto, hablo desde mi experiencia personal.
Por ejemplo, en mi anterior residencia, una casa en un fraccionamiento «cerrado» debíamos pagar una cuota mensual para tener contratada seguridad y policía comercial. Varias veces que se dañaban los focos del alumbrado público la asoc. de colonos era responsable de reemplazarlos. Incluso recientemente, justo antes de mudarme, se debieron hacer varios trabajos en las calles de re-encarpetado y compactación debido a filtraciones de agua que nos costaron medio millón de pesos a los colonos, en un fraccionamiento de unas 140 casas aproximadamente.
¿Por qué deberíamos pagar por estos servicios que el estado deberia proporcionarnos? Por que los recursos estarán diseñados siempre para priorizar al pobre que exige se le instale agua potable, drenaje y alumbrado en su asentamiento irregular, el cual no adquirió legalmente y por el cual por supuesto no paga impuesto predial, o las placas de su vehículo, o una licencia de funcionamiento de su tianguis sobre ruedas.
Y lo mismo pasa con la clase alta; encontrarán la manera de «jugar con el sistema» para que no se les «castigue» por ser los proveedores, inversores y en general, quienes mantienen (segun ellos) la economía viva.
En medio quedamos pues, los demás, los que sí pagamos impuestos, los que sí respetamos la ley, los que aportamos al IMSS sin chistar, aunque no nos antedamos ahí. Los que, con nuestros propios recursos, siempre, tenemos que estar malabareando nuestras vidas de clase media porque alguien tiene que trabajar para que esto se siga moviendo.
No quiero y nunca he culpado a un sector de las clases sociales en particular sobre los problemas que tenemos como sociedad, sería la salida más fácil. Mi intención pues, es en realidad, debatir esta narrativa de extremos de pobreza y de capitalismo soez en una lucha constante donde se sataniza a una empresa que, como muchas otras de la región, generará empleos, si, de un sueldo base, pero empleos al final del día, precisamente necesarios para el desarrollo de esas comunidades a las que se dice, explotan.
Y si bien, no se puede culpar a todas las empresas o al sector empresarial de los males sociales de nustro país, tampoco podemos decir que la gente pobre es pobre porque quiere, sería injusto en ambos casos. Lo que sí es cierto, es que hay que analizar profundamente las causas y consecuencias de estos fenómenos sociales desde la raíz para poder siquiera entender dichos problemas y, trabajar en una solución.
No podemos llevarnos por el sentimentalismo ni por el periodismo sensacionalista. Una imagen sin contexto o un titular de clickbait no deberían marcar la pauta del pensamiento y juicio de la sociedad.
O para ponerlo más simple:
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