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Autor: gustavo

Desarrollador de software, emprendedor y amante de la música

Ser agradecido en tiempos de abundancia

Hoy mientras hacíamos fila para cruzar al otro lado, probablemente a comprar cosas triviales, recordé lo afortunado que soy al ver (como es usual en la frontera) la cantidad de gente no solamente pidiendo «limosna» sino «pasando el trapo» por los carros, vendiendo dulces u ofreciendo algún tipo de servicio para ganarse la comida del día, aquellos con suerte están mas o menos sanos, sino es por las marcas físicas de las drogas son también mas o menos afortunados, los menos, en sillas de ruedas sin piernas o hasta en patinetas como modo de transporte para discapacidad improvisado y moviéndose como pueden.

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En México todos tenemos una agenda

Cuando mi mujer me dijo que no había gasolina el pasado Sábado 7 de Enero pensé que estaba exagerando. La verdad es que, como parte de una terapia auto-recetada, me he abstenido de leer demasiado las noticias para mantenerme enfocado en otras actividades desde hace meses, bueno, suelo al menos leer los titulares, pero paso de largo los detalles. Ese mismo Sábado por la noche decidí ir a echar gasolina a la estación mas cercana y bueno, me llevé la sorpresa (amarga) de todos los demás que al parecer sí estaban atentos no solo de las noticias sino de la situación. Como yo suelo recargar el tanque por semana supongo no experimenté el caos en carne propia hasta que me afectó.

Ese mismo día recuerdo haber quedado de comer con mi esposa en algún lado por zona río (zona comercial/financiera de Tijuana, para los foráneos)  al mediodía, cuando ambos nos desocuparamos de nuestros respectivos compromisos; ella de un desayuno con amigas y yo probablemente de levantarme tarde. Finalmente el plan se vino abajo y terminamos comiendo en casa pues el tráfico por las manifestaciones simplemente había convertido en caos la ciudad.

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Las elecciones de facebook

Justo hace apenas unos meses escribía sobre como leer esta sobrevalorado, o lo que es lo mismo, como nos mantenemos informados actualmente con información a medias tintas, y como ha mermado nuestra percepción de la realidad. Vivimos en un mundo de medios de comunicación tradicionales que luchan por sobrevivir y donde las «redes sociales» son el punto de partida para no solo informarse sino crear juicios colectivos. En últimas semanas debido a la desagradable pero no sorpresiva victoria de Donald Trump como candidato a la presidencia de Estados Unidos se ha discutido tanto en medios electrónicos como de papel el rol que jugaron tanto el Internet como las redes sociales para que esto sucediera.

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¿Por qué no puedo respetar la marcha por la familia?

El día de ayer se realizó, a nivel nacional, la llamada «Marcha por la familia«, convocada primordialmente por una organización civil denominada «Frente nacional por la familia» cuya misión, según su propio sitio web es la siguiente:

El Frente Nacional por la Familia, nace en respuesta al paquete de iniciativas en contra del matrimonio y la familia natural anunciado por el presidente Enrique Peña Nieto el 17 de mayo de 2016.

Cientos de miles de personas marcharon para manifestar su descontento con la propuesta del presidente para legalizar entre otras cosas, el matrimonio entre personas del mismo sexo y la posibilidad de estas parejas de adoptar hijos, es decir, dotarles de una figura legal, como a todos los demás, sin importar su orientación sexual.

Como era de esperarse, en un país tan Guadalupano, apostólico y romano como lo es México (lease: mocho, para los que no entendieron), el simple hecho de proponer esta reforma al código civil a nivel nacional les dió ñañaras a varios sectores conservadores de la población que no están de acuerdo con la iniciativa. Este llamado frente y la consecuente marcha es resultado de este descontento. Y si bien estamos en un país donde constitucionalmente estamos habilitados para, mas o menos, manifestarnos libremente, yo, como muchos otros ciudadanos, no estoy de acuerdo con esta marcha ni con este frente por varias razones que desgloso a continuación.

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La época dórada del «vistazo» (o de como leer está sobrevalorado)

Ya desde hace años me había prometido no meterme en lo que no me importa, por salud mental y tranquilidad. Esto obviamente incluía una muy entretenida (para mi) pero molesta actividad que era corregir a otros o dar mi punto de vista donde no necesariamente era requerido, o solicitado. Una de esas actividades era hacer correcciones de información en redes sociales, por ejemplo, de información falsa, hoaxes, notas amarillistas, etc. Supongo que en algún punto maduré y entendí que, bueno, no puede uno solo cambiar al mundo entero y preferí no meterme en lo ajeno, si alguien quiere mantenerse desinformado pero sobretodo, fomentar la desinformación, bueno, ese sería un problema propiamente individual y no mio. Sin embargo, al parecer, mi racha de estar «limpio» de este vicio que era corregir y comentar llegó a su fin la semana pasada, aunque la causa fue muy diferente a situaciones anteriores y los (inesperados por cierto) resultados bastante interesantes.

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De propinas e inocencia perdida

Ayer por la mañana recibíamos visita familiar a la casa a desayunar así que me apresuré a ir a la tienda (o supermercado como le dicen mis amigos chilangos) a comprar algunas de las cosas que nos hacían falta. No cargaba efectivo, solo un billete de 100 pesos y mis tarjetas. Al terminar la cajera de pasar los productos saco mi tarjeta para pagar, recojo mis 2 bolsas de mandado y le digo a la señora que me lo empacó que «Se lo debía para la otra» pues pagué con la tarjeta y no traía feria o cambio, la señora me lanza una mirada seca y me dice «No importa joven, está bien«…

Por supuesto que no le iba a dar 100 pesos de propina y la verdad tenía prisa como para ir a feriar el billete.

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We suck at agile and SCRUM, here’s why

La real academia de la lengua española es clara en la definición de la palabra ágil:

Ligero, pronto, expedito.

No en vano Fowler, Martin y compañía decidieron adoptar esta palabra para definir un proceso de desarrollo de software con métricas apegadas a la realidad pero lo más importante: con resultados tangibles.

Recientemente, en el proyecto más actual en el que me encuentro laborando, he tenido oportunidad de (intentar) implementar esta metodología de trabajo.

¿He sido exitoso en dicha implementación?

Más o menos…

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That javascript framework was so this morning (and so was that problem)

Una de las cosas que un ingeniero disfruta (o debería) es solucionar problemas, es una actividad naturalmente atractiva para quienes deciden dedicarse a esta fina profesión. Esa misma curiosidad nos hace constantemente buscar otros desafíos.

Particularmente, en el desarrollo de software, buscar soluciones a problemas pequeños es una constante que usualmente nos mantiene entretenidos y ocupados sin embargo, es común que nos bloqueemos al grado de no querer continuar con nuestro trabajo, una especia de «Sindrome de bloqueo del escritor»

¿Por qué perdemos el interés en la tarea actual, el proyecto o a veces nuestro empleo?

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Grim Fandango y reviviendo otros muertos

Leía entre mis noticias hace un par de días sobre el remake de «La Bella y La Bestia» de Disney que protagonizará Emma Wattson y en dicho artículo de titulado «Why Is Disney Trying So Hard To Dilute it’s Brand?» (que traducido sería mas o menos algo así como «¿Por qué Disney se esfuerza en desaparecer su escencia?«) me llama la atención lo siguiente:

News of a Beauty and the Beast remake indicates that the corporation is less and less worried about approving unoriginal products as long as they’re guaranteed moneymakers.

¿Se trata entonces del simple hecho de repetir fórmulas probadas en vez de intentar evolucionar en el medio del entretenimiento? Difiero y estas son mis razones.

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The invented here syndrome

lazywebCuenta la historia que, hace muchos años, cuando los programadores eran hombres y se escribían sus propias rutinas, clases, funciones y módulos, un fenómeno conocido como reutilización de código comenzaba a volverse hip, igual que las canciones de MC Hammer, los trolls y otras cosas espantosas de la epoca. Para entonces, los más viejos, y no por ello sabios, arraigados a sus ortodoxas, anticuadas y puercas formas, sufrían de lo que se le conoce hoy como el «Not Invented Here» syndrome, o el síndrome de «No se hizo aquí» que significa, en breve, solo utilizar recursos propios de la empresa y evitar a toda costa aquellos de externos, palabras más, palabras menos.

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