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En México todos tenemos una agenda

Cuando mi mujer me dijo que no había gasolina el pasado Sábado 7 de Enero pensé que estaba exagerando. La verdad es que, como parte de una terapia auto-recetada, me he abstenido de leer demasiado las noticias para mantenerme enfocado en otras actividades desde hace meses, bueno, suelo al menos leer los titulares, pero paso de largo los detalles. Ese mismo Sábado por la noche decidí ir a echar gasolina a la estación mas cercana y bueno, me llevé la sorpresa (amarga) de todos los demás que al parecer sí estaban atentos no solo de las noticias sino de la situación. Como yo suelo recargar el tanque por semana supongo no experimenté el caos en carne propia hasta que me afectó.

Ese mismo día recuerdo haber quedado de comer con mi esposa en algún lado por zona río (zona comercial/financiera de Tijuana, para los foráneos)  al mediodía, cuando ambos nos desocuparamos de nuestros respectivos compromisos; ella de un desayuno con amigas y yo probablemente de levantarme tarde. Finalmente el plan se vino abajo y terminamos comiendo en casa pues el tráfico por las manifestaciones simplemente había convertido en caos la ciudad.

Si bien estoy a favor de manifestaciones genuinamente sustentadas últimamente me he convertido en un tipo bastante moderado en cuestiones socio-políticas. La verdad es que conforme han pasado los años he aprendido lo que todos me repetían cuando era adolescente: «Un día vas a madurar» y bueno, supongo que he madurado. ¿Significa madurar perder el espíritu de rebelión? O mejor dicho, ¿Puede uno apoyar causas y aun así considerarse moderado?

Verán, hay un refrán que dice que «Cada quien jala agua para su propio molino» y bueno, México es un país donde llevar agua al molino propio es deporte nacional. Antes solía tener largas conversaciones, debates y hasta peleas con amigos, no tan amigos, familiares, maestros y quien se me pusiera enfrente sobre los problemas propios del país, las raíces y hasta posibles soluciones (que ingenuo) pero conforme he crecido he encontrado cada vez más difícil mantener la energía para desarrollar dichos debates o siquiera propiciarlos, o sea, me da mucha hueva conversar sobre problemas tan complejos sin tener una dirección clara, sin embargo, siendo una persona tan obstinada, inconscientemente he desarrollado la capacidad de analizar, en segundo plano, cada situación de los problemas que aquejan a la sociedad mexicana en particular y siempre he llegado a la misma conclusión: en México todos tenemos una agenda particular.

Solo hay que voltear a ver el problema de los combustibles. Situación que afectó a muchos, muchísimos ciudadanos, y sectores variados, el de los transportistas, por ejemplo, que con pancartas con leyendas como «fuera el gobierno corrupto» en las parrillas de sus tracto-camiones enviaban un mensaje de hartazgo. Lo curioso es que un gran porcentaje de estos transportistas son los mismos que aplican su «mochada» con las autoridades para poder transportar 40t de carga en vez de 25t y que tienen destruídas vías y carreteras por ejemplo.

Y también ahí en la marcha muy seguramente estuvo el taxista que no respeta el reglamento de tránsito, los autobuses de líneas de transporte urbano con precios inflados, unidades contaminantes y mal servicio, el propietario de un vehículo chocolate que no lo quiere legalizar pero si le alcanza para la cerveza del fin de semana. Y así, muchas personas, sectores y grupos se cuelgan de situaciones políticas en beneficio de sus propios intereses pero cuando toca hacer lo propio para no joder a los demás, bueno… no hacemos nada.

Si bien muchos de los protestantes son personas genuinamente responsables, preocupadas y sobre todo ocupadas (léase: cívicamente responsables) la mayoría guarda(mos) y cargamos nuestros propios pecados y al final eso, en conjunto, se manifiesta en nuestros gobernantes y burócratas; desde el que nos atiende en ventanilla en una empresa de estado, el regidor local, el delegado de alguna secretaría, hasta nuestro congreso y presidente. Vivimos en un sistema político de representatividad donde, tristemente, sí estamos representados por mayoría.

Así que siempre que vuelvo a tener un debate o simple conversación sobre los cientos de problemas que aquejan al país recuerdo este extracto:

México es una sociedad en la que gente quiere dos policías, uno que sea honesto y detenga delincuentes y otro que le haga un «paro», quiere dos políticos; uno que sea integro y otro que viole las leyes cuando este en un problema y necesite de su ayuda; donde quiere dos códigos de ética, uno donde mi mujer sea sumisa y fiel, y otro donde la mujer del vecino sea flexible, quiere dos códigos migratorios; uno que le conceda visas de trabajo en EUA y otro donde expulse a los centroamericanos de nuestro país, una sociedad que exige buenos empleos pero demasiada floja para asistir puntualmente a ellos

Y recuerdo que mientras la revolución no empiece desde adentro nunca tendremos un cambio y para eso tenemos que dejar de pensar en solo jalar agua para nuestro propio molino.

Publicado enFrustraciones

Un comentario

  1. […] casi exactamente dos años escribía sobre el desabastecimiento de combustible en Baja California, situación que nos pegó duro por unos días a los que vivimos […]

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