Hace casi exactamente un año que no escribo y la verdad es que además de que han sido falta de tiempo sobre todo han sido falta de ganas. 2017 fue particularmente un año digamos complicado; trabajo en exceso, enfermedades propias y ajenas y en general poca energía para escribir. Aunque no todo fue malo por supuesto.
Escribir un blog o llevar un «diario» parecería una actividad inútil en tiempos de microblogging, twitter, medium y otros medios de comunicación donde usualmente las personas sintetizan contenido porque simplemente vivimos en tiempos donde consumimos tanto contenido digital que no nos podemos dar el lujo de leer un buen artículo y preferimos lo fácil, algo así como cocinar en casa VS comida chatarra. Ojo, que no infiero con ello que sea escritor o mi contenido sea de alta calidad editorial pero es que se que la brevedad no es lo mio, aunque sigo trabajando en ello.
Para mi, escribir siempre ha sido mas un ejercicio de auto-evaluación y una clase de terapia personal para hablar en voz alta, de manera digital, sobre los temas que me interesan, pero, como comenté anteriormente, la cantidad de «cosas» que tenemos, o que creemos que tenemos que consumir sobre todo en esta era digital, vuelve complicado enfocarse en este tipo de actividades. El simple hecho de dejar de consumir redes sociales no solo me ha ahorrado tiempo que ahora puedo invertir en otras actividades sino que además me ha liberado de esa ansiedad de vivir en una época de notificaciones reactivas. Ni que decir de la calidad del contenido de dichos medios de lo que ya he hablado en varios posts. Usualmente me gusta participar en debates pero hacerlo en redes sociales se ha vuelto una actividad gris que personalmente no me aporta nada. Creo que la única razón por la cual sigo utilizando Twitter, por ejemplo, es para mantenerme al tanto de noticias y contenido de personas que realmente me interesan pero dejé atrás esa necesidad de estar revisando como loco el timeline solo por buscar algo que hacer.
En fin, que he tratado de «desintoxicarme» de malos hábitos, no solo de los que tienen que ver con el Internet sino con el estilo de vida en general que llevamos y aun falta mucho por hacer pero 2017 fue un buen año de experimentación; he comenzado a leer mucho más, actividad que siempre me gustó y dejé a un lado por creer que no tenía tiempo, he vuelto a tomar mis viejos hobbies como la aviación y en general, tratar de disfrutar las cosas simples como el hecho de llevar una libreta de notas conmigo en vez de depender siempre de un dispositivo digital para algo tan sencillo como eso. Ya iré desarrollando esos temas supongo en otros posts.
Una de las cosas que más disfruto es viajar. La mayoría de la lectura que realizo es histórica ya que no soy fan de la literatura honestamente así que es natural que viajar sea una de las actividades que mas me apasionan pues poder ver y sentir lugares que solo conocemos en tinta es una experiencia muy gratificante, más que el hecho de tomar 800 fotos de un lugar que no conocimos por estar pegados al teléfono para conocerlo viendo dichas fotos cuando regresamos de ese viaje. En 2017 tuvimos la oportunidad Yari y yo de realizar varios viajes interesantes, como cada año, y en particular un viaje «largo» que comenzó en Guadalajara, pasando por CDMX, Paris, Bruselas, Brujas y terminó en Londres. Tenemos «otros» planes de familia este año así que supongo que tendremos que limitar dichos viajes pero hemos disfrutado cada año como pareja sin hijos desde que nos casamos y 2017 no fue la excepción.
Finalmente la mejor manera de cerrar el año fue con un nuevo empleo. El año pasado fue un año de mucho estrés laboral, horas extras y poca satisfacción con lo que hacía. Toda la vida he sido agradecido con quien me ha brindado una oportunidad para demostrar mis habilidades profesionales y de paso pagarme por ello, sin embargo decidí que seguir en la industria del «Outsourcing» ya no era para mi. Tuve buenas ofertas (muy buenas diría yo) para laborar en otras empresas pero el factor siempre era el mismo: trabajar subcontratado. No importa que tan hip sea la empresa, al final seguimos siendo el aparato operacional de grado económico para startups en una industria donde no hay mucho para donde hacerse o crecer. Tomé una decisión y dije que no volvería a trabajar en esta industria, la del outsourcing/nearshoring de software y la única manera de volver a desarrollar software sería integrándome a una empresa con un producto que se dediqué a solucionar problemas y no a «rentar gente» o bien en mis propios proyectos y es así como llegué a Conekta donde no solo me ha acogido una gran empresa sino un gran equipo con metas claras y sobre todo con un producto interesante, en un mercado emergente como lo son las «fintech» y que finalmente tiene como objetivo solucionar algunos de los grandes problemas que tiene la industria de pagos en línea en México los cuales me han frustrado desde que tengo usando dichos servicios con banca tradicional así que ahora no solo tendré oportunidad de quejarme sino de tratar de hacer algo al respecto.
Oh, sí, también este será el año que lance algunos proyectos y productos, lo decreto!
Sé el primero en comentar