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El precio de la fama en un mundo de influencers

Leía hace un par de semanas un artículo en The Guardian titulado «I suddenly feel old. And it’s all down to TikTok sensation Charli D’Amelio» donde Arwa Mahdawi, la autora de dicho artículo comenta como se siente «chavoruca» como decimos por acá, al no tener la más remota idea de quien es este personaje Charly D’Amelio y con el cual me sentí muy identificado.

Y es que, así como Arwa, yo jamás había escuchado sobre Charli D’Amelio, famosa influencer (término que detesto, por cierto), una chica de 16 años que es ya toda una celebridad en Internet al grado de llegar a tener 100 millones de seguidores en la red social Tik Tok e incluso ser invitada a entrevistas en importantes programas de televisión como el «Late Night Show» con Jimmy Fallon. Incluso la revista Forbes la lista como una de las personas con más influencia en el Internet.

Pero la razón por la cual conocí, o más bien, me di a la tarea de investigar quien era este personaje es porque como todos los días, en mi feed de noticias, aparecen titulares de todo tipo, desde noticias internacionales de alto impacto hasta chismes de la farándula, es parte de estar al día con todos los temas. Y bueno, una de estas noticias era la «pérdida» de más de 1 millón de followers de la cuenta de esta niña después de un video subido a YouTube donde ella, su hermana y sus padres invitan a un chef para que les cocine personalmente y donde ambas damitas muestran una actitud arrogante, desinteresada y hasta grosera con dicho chef.

Y como era de esperarse, el Internet fue rápido y letal en «cancelar» a Charli después de las reacciones a dicho video. Siguiendo el famoso protocolo de estas celebridades, la adolescente procedio a hacer un video de disculpa como parte del control de daños.

La parte interesante de todo este tema es la gran cobertura mediática que se le da al caso, al grado de aparecer en sitios de noticias de talla internacional y por supuesto, en prácticamente todos los portales de chismes y farándula. ¿Qué hace tan importante a una persona de 16 años para atraer tanta atención?

La red social Tik Tok se ha caracterizado precisamente por ser popular entre adolescentes y menores de edad realizando bailes y «lip-syncing» de canciones en videos cortos, algo que por supuesto es inofensivo e incluso puede llegar a ser divertido. Es una tendencia tan fuerte que incluso algunas de mis sobrinas de menos de 6 años quieren ser «tiktokers» y «youtubers«.

Si analizamos, por ejemplo, la cuenta de D’Amelio, nos daremos cuenta que aunque sus coreografías son entretenidas, no existe una sustancia en el contenido, es decir, no hay particularmente un baile profesional o siquiera una voz de canto, son simplemente videos cortos de una adolescente jugando a cantar y a bailar.

Sin minimizar el tiempo o «esfuerzo» que pueda dedicarle a realizar dichos videos, el hecho de tener tantos seguidores, fama e impacto en los medios me parece excesivo para una actividad donde, francamente, no existe absolutamente nada de talento, carisma, quizá, como la mayoría de los llamados influencers, pero no un contenido de sustancia que justifique ese nivel de atención y fama.

Y ese es precisamente el tema; cuando nos exponemos públicamente para hacernos famosos y lo logramos, nos convertimos en celebridades con todas las mieles y placeres que algunos artistas, hace algunas décadas, hubieran pagado por tener a los mejores publicistas. El Internet le ha dado la posibilidad, combinado con la prácticamente nula exigencia de las generaciones jóvenes en calidad de contenido, a cualquiera de hacerse famoso, de la noche a la mañana, simplemente por mostrarse públicamente y tener una cara bonita, un cuerpo deseable o simplemente un estilo de vida al que muchos aspiran pero que la mayoría de las veces es, eso si, como en la televisión de antaño, producciones montadas para hacernos creer una realidad alterna.

Pero ser famoso tiene un costo en letras chiquitas; estar ante el ojo público nos hace ser objetivos del escrutinio de prácticamente cualquier persona, y cuando el talento es inexistente, es obvio que parte del entretenimiento que aporten involuntariamente estas celebridades, serán las metidas de pata.

Desafortunadamente, creo que las generaciones más jovenes han sido educadas con una tendencia al «entitlement» donde se fomentan las aspiraciones a una vida de comodidad, materialismo y fama, simplemente por que «me lo merezco«. Si a eso le agregamos la facilidad con que alguien se puede hacer popular con un poco de producción y tiempo en Internet, entonces tenemos la fábrica perfecta de niños insolentes.

Lo que nadie les explica a estos chicos de la nueva generación es que el precio a pagar por esa fama es alto; si alguien no está de acuerdo con alguna posición, declaración, opinión o actividad del expuesto, es muy fácil convertirlo en algo negativo que incluso llegue a destruir esa «carrera» de celebridad porque al no haber algún talento detrás, es difícil justificar actitudes arrogantes, y no es que se deba pasar por alto la arrogancia de cualquier otro artista con talento, pero el público se suele enfocar, pasado un tiempo, a lo que el artista hace y lo hizo famoso: entretener. Para estas nuevas celebridades, que son altamente reemplazables, solo es cuestión de tiempo para que la nueva sensación los pase de largo y los vuelva obsoletos.

¿Exagero? Para nada. Hace algunos meses manejando por la ciudad me encontré con un letrero que llamó mi atención afuera de una escuela:

Si, ya hay escuelas para «youtubers»

Solamente me pregunto si durante estos cursos también se les administra una clase de «manejo y control de daños» o de «relaciones públicas«. Es obvio que la enseñanza y academia de creación de contenido, producción digital y medios es increiblemente interesante y loable, pero estoy seguro que la atracción de los peques por convertirse en Youtubers dista mucho de temas de post-producción y tiene más que ver con esa ambición de fama y poder que se ha inculcado en la última decada por todos lados.

Me hace recordar, que en días anteriores le preguntaba a mi hermano mayor, que había «pedido a Santa» mi pequeña sobrina de 5 años, su respuesta fue:

Se cree una artista, no quiere nada de juguetes de regalo, cualquier cosa como luces, camaras, microfonos o algo que tenga que ver con youtube y videos…

¿Inocencia perdida?

Y es por eso que, como Arwa en su artículo, me siento chavoruco, no solo por desconocer a los «famosos» de Internet, pero además por mis ideas. Siempre he tenido un «alma vieja» así que no me extraña, pero en un mundo ideal, para mi, los niños y adolescentes estan motivados por actividades creativas, apoyados por las tecnologías, claro está, pero por objetivos completamente diferentes a la fama y a convertirse en una celebridad, de la noche a la mañana.

O en el peor de los casos, empezar a educarlos y hacerlos entender que esa «fama» conlleva una gran responsabilidad y que como dice el refrán, lo que fácil viene, fácil se va.

Y hablando de Tik Tok…

Cuando «cocinaba» este post en mi cabecita pensaba si esta tendencia de bailes y lip-syncing quizá sí era novedosa y estaba siendo un tanto injusto pero después de buscar en mi palacio mental (que es una hemerotéca de pendejadas) recordé esto:

https://www.youtube.com/watch?v=KmtzQCSh6xk
Gary Brolsma antes de que el lip-sync fuera cool

Y como comenta un usuario en los comentarios:

Este video es más viejo que la mayoría de los usuarios de TikTok

Sin más que añadir.

BONUS: El himno de las celebridades

De uno de mis artistas favoritos, Trent Reznor con su banda Nine Inch Nails, de un disco con 20 años de antiguedad pero con un tema que se siente tan fresco en estos momentos. Bien podría ser el himno a los influencers y celebridades modernas.

Y aunque pareceriera que toda la canción está escrita justo para acompañar este tema, el siguiente verso sintetiza lo aquí expuesto:

I am every fucking thing and just a little more
I sold my soul but don’t you dare call me a whore

Publicado enFrustracionesPolítica, Historia y Sociedad.

2 comentarios

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