Hoy mientras realizaba mi caminata diaria pasé por un costado de un viejo pick-up de los 80’s con el cofre abierto y, como buen geek que soy, me asomé un poco para admirar el detalle de esos viejos pero poderosos motores de carburadores y recordé esa frase que algunos millennials y definitivamente los zoomers no entenderían «¿Qué no carburas o qué?«
Dicha frase es una alternativa, digamos más mecánica a realizar la pregunta «¿Estás tonto o qué?«. Para quien no sepa que es un carburador, dejemoslo en que es un componente del diseño propio de un motor que se encarga esencialmente de mezclar aire y combustible para que la combustión suceda y bueno, el vehículo avance.
Sin embargo, los motores de carburadores dejaron de fabricarse, al menos para vehículos, hace ya bastante tiempo y fueron reemplazados por los de «fuel injection» o de inyectores que es una tecnología más fiable y moderna.
Cuando un carburador se ensuciaba se «trababa» lo cual hacía que no funcionara adecuadamente la combustión y por ende no funcionara el vehículo, de ahí que cuando alguien se «trababa» o no sabía cómo reaccionar rápidamente ante alguna situación se le dijera aquella frase.
Obviamente esta frase quedó, digamos obsoleta, pues ya no es muy común ver un motor de carburadores en acción.
Lo mismo pasaba con la famosa «¿Eres de bulbos o qué?» Y de nuevo, los bulbos son una especie de focos utilizados en componentes electrónicos muy viejos, como las antiguas televisiones en blanco y negro, que necesitaban «calentarse» lo suficiente para poder transmitir la imagen a pantalla.
Y así, muchas frases, sobre todo aquellas relacionadas con objetos propios de la época, se han vuelto no solo obsoletas sino potencialmente una excusa perfecta para burlarse de quien las use por sonar como un anciano, al más puro estilo de Flanders.
Claro que la mejor fue siempre la que me decía mi madre de pequeño «Te van a llevar los Rusos«, cuando uno hacía algo que pareciera inteligente o creativo porque claro, en tiempos de la guerra fría, la carrera por tener la mejor tecnología y por ende, a los mejores científicos, la protagonizaban solo dos bandos: Estados Unidos y la Unión Soviética. Claramente para quienes vivíamos en occidente aquella nación lejana parecía algo místico y el hecho de pertenecer a esa sociedad de la que poco entendíamos era una especie de hazaña.
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