Hace algunos meses me invitaron a un podcast y el tema principal era «¿Cuál fué tu mantra del 2021?» Y bueno, para el deleite de los escuchas mi respuesta gris fué «Mi mantra es no tener un mantra«. Hace ya un tiempo que me alejé de las declaraciones absolutas, los dogmas y las ideologías lo cual por supuesto, pareciera ser una especie de apatía de mi parte.
Y es que, si ha habido una constante durante toda mi vida, ha sido el maravillarme por las cosas simples. Como cualquier otra persona son sangre, corazón y sentimientos tuve mis momentos de rebeldía, revolución y de soberbia, esa que muchas veces disfrazamos de ideología.
En una sociedad moderna, tan llena de matices como la actual, no es extraño saberse entre grupos o tribus, se es de un lado o del otro, en toda una plétora de temas, actividades y formas de vivir y pensar, desde lo social, a lo político, a lo moral, a lo espiritual.
Supongo que, es una cuestión dependiente de la situación en la que el individuo se encuentre actualmente, siempre lo dije «El comunista es comunista hasta que se hace rico» y esa misma analogía estoy seguro que la podemos aplicar a muchas otras áreas. Y es precisamente esta maleabilidad la que eventualmente nos hace (al menos a mi) agotarnos al punto de pensar «que cada quien haga lo que quiera y piense lo que quiera».
Pero, sigo siendo una persona de opiniones fuertes. Siempre lo seré. Solo que ya no son relevantes, o al menos eso me ha enseñado el tiempo.
En alguna entrevista a Noel Gallagher, se le pregunta que, dado el agitado ambiente geopolítico mundial actualmente, si se veía escribiendo letras más politizadas, declaratorias de ideas, parte de su respuesta fue:
I’m no good at it. I’m good at the universal truth. That’s my thing.
Noel Gallagher
Quizá por eso es uno de mis artistas favoritos. Aquello de las verdades universales, el amor, la amistad, la soledad, el desencuentro, la felicidad. Aun cuando los nihilistas modernos nos digan lo contrario, son la base del individuo, lo que nos hace ser. Nunca pasarán de moda, nunca serán irrelevantes.
Una manera muy romántica de ver la vida, lo sé. Y ahora que lo pienso, quizá ese sea mi ideología. De lo que sí estoy seguro es que, bajo estas verdades universales, todos estamos conectados. Todos somos parte de, y las experimentamos día a día. Pueden haber cientos de factores que nos hagan diferentes; el social, el político, el económico pero al final del día, todos nos hemos encontrado en amor y desamor, en felicidad y tristeza, en compañía y soledad.
Lo demás, para mí, es sal y pimienta.
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