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Para Rosario

Este fin de semana que te fui a visitar y que camine por solo por el barrio recordé quien me crió, me tomaba de la mano para ir a la tienda, me consintió, me enseñó a cocinar, que hay que tender mi cama diario, a no dejar la toalla colgada en cualquier lugar, ser ordenado con mis cosas, a ser responsable con mis obligaciones, a amar el trabajo.

A tener fuerza de voluntad, a caminar bajo el sol que quema y disfrutarlo porque no había carro, a amar las cosas bien hechas y clásicas, a tenerle miedo a los vivos y no a los muertos, decenas de dichos , refranes  e historias de pueblos de Jalisco, a apreciar la radio AM, a preparar café y leer el periódico, a que no todos los días se debe comer carne aunque sea de Sonora. A siempre compartir lo que tengo, que donde come uno comen dos, que se puede hacer mucho con poco. A levantarme todos los días con la mejor actitud y ganas de vivir a pesar de los obstáculos de la vida. 

Aunque me hubiera gustado heredar tu letra de molde, me quedé con la mejor enseñanza que me dejaste y que es parte elemental de mi vida; ser un buen ser humano. 

Y sí, siempre preservo en mi alma tu recuerdo y tus bendiciones. Las de aquí, y las de allá. Gracias nana por cuidarme. Te admiro, te extraño y te amo.

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