Solía entretenerme, informarme y hasta divertirme bastante utilizando la red social del pajarito azul, hasta que se convirtió en lo que considero un «echo-chamber» controlada por la mal llamada «izquierda» o como despectivamente se le llama ahora «los progres«. Lo que en algún momento solía ser una red social establecida como más o menos seria se convirtió en la policía del pensamiento y del aceptar o cancelar.
Deje por un tiempo mi cuenta pero volví a caer en la tentación y hace un par de años volví solo para darme cuenta que la situación solo había empeorado; no solo era una echo-chamber, ahora parecía el diario de frustraciones de la mayoría de las personas a las que seguía. Decidí entonces dejar la cuenta solo para fines de soporte; tristemente es más fácil y efectivo mentarle la madre al banco o a la compañía de telecomunicaciones públicamente en un tweet que esperar una hora por teléfono sin obtener solución.
Pero hoy decidí desactivar permanentemente mi cuenta. La adquisición de la compañía por parte de Elon Musk, del cual no soy particularmente fan, solo demuestra que los extremos son malos. Si bien Musk no se consideraría particularmente un personaje de extrema derecha si que ha coartado la libertad de quienes lo critican. Lo cual no necesariamente me parece raro, digo, al final del día es su producto y puede hacer con el lo que le plazca.
Para mi no pueden haber blancos o negros, siempre lo he dicho, la vida debe estar matizada, y todo lo que la involucra en términos sociales. No creo en -ismos, particularmente en absolutismos y parece que Twitter se convirtió precisamente en eso, en la ya malgastada, aburrida y hasta peligrosa riña constante entre el falso progresismo y la rancia derecha.
Estupendo. Yo también abandoné esa letrina. Esos servicios gratuitos nos resultan muy costosos.