Hoy mientras venía manejando de vuelta a casa comenzaba una canción de Boston, «More than a feeling» que me encanta y que además me trae excelentes recuerdos de mi adolescencia cuando la escuché por primera vez (coincidente con mi primer noviazgo) y que continué escuchando hasta llegar al estacionamiento de casa, justo cuando estaba a punto de apagar el carro, en el clímax de la melodía, decidí simplemente apagar las luces y dejar el radio prendido para disfrutar el último verso o cierre …pero, ¿Para qué? Bien podría haberla escuchado una y mil veces más en cualquiera de las decenas de dispositivos con los que cuento en casa, ¿No?
Sucede que, nuestro estado de ánimo no está amarrado a la disponibilidad de nuestra tecnología sino que más bien es caprichoso con los momentos y con las circunstancias. Recuerdo a mi hermano mayor y a mi esperar horas con la radio casetera prendida esperando que sonara la canción que queríamos escuchar, incluso a veces, con un casette grabable, para poder grabarla y escucharla después.
Lo mismo pasaba con la radio en el carro; esperaba uno que sonara alguna de nuestras canciones favoritas y nos volvíamos locos. Si bien se podía comprar un casette o, años después un CD, era imposible cargar una colección de música por problemas de espacio, temor a un «cristalazo» para robarnos nuestra costosa colección o simplemente porque cuidabamos los discos para «ocasiones especiales» pues se podían rayar. El radio siempre había sido una perfecta segunda opción.
Hoy pense lo bonito y placentero que son las cosas que llegan sin avisar, como esa canción que escuchabamos en la radio en nuestro carro o en casa para lo cual nos dabamos el tiempo no solo de apreciarlo sino de disfrutarlo.
Tengo TV 4K con sistema externo de sonido, una bocina Bose en la cocina, otras de la misma marca en la computadora principal, audífonos para viaje y ejercicio, aurículares inalámbricos de concha para mis dos laptops y sí, un sistema de audio Rockford en mi carro al que incluso puedo hacer streaming desde mi smartphone o escuchar música satelital por medio de SiriusXM.
Estoy fascinado y agradecido de vivir en tiempos donde la accesibilidad, calidad y variedad de la música sea tan amplia, sin embargo, aprecio los pequeños momentos improvisados de la vida, que me ofrecen una melodía en el momento que no lo espero.
La vida es caprichosa y nos ofrece la oportunidad de disfrutar de momentos y de cosas simples de manera aleatoria, las que preparamos, calendarizamos y organizamos no saben igual. Para mí, esos son los pequeños placeres de la vida.
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