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Lo quiero todo, lo quiero ahora y lo quiero gratis

¿Recuerdan hace años cuando todo era de calidad, inmediato y gratuito? Yo tampoco. Y ese parece ser el problema actual con los «freeconomics«. La digitalización de mucho de lo que consumimos nos da una falsa perspectiva de costo-beneficio pues los bienes virtuales pareceriera que nacen por generación esponteanea, pero no es así. ¿Se puede entonces comercializar y generar ganancias sobre productos digitales?…

El freemium vintage

Mucho tiempo antes del Internet, cuando el medio predilecto para consumir contenido era la TV, ya existía el modelo «freemium», es decir, contenido gratuito, a veces de calidad cuestionable, a costa de algo de valor de nuestro lado que no necesariamente fuera dinero… Bingo! Los anuncios. Verán, la fórmula es bastante simple: los productores de contenido crean programas, noticieros, series animadas, etc. y negocian con marcas que quieren publicitarse en sus espacios, de ese modo se ha subsidiado la televisión, la radio y otros medios tradicionales desde su nacimiento.

Para quienes consideraban el contenido freemium o de televisión abierta de poca calidad o simplemente no querían terminar de ver una película en 4 horas por la cantidad obscena de anuncios siempre existió una segunda opción: la televisión por cable o por satélite, donde, a cambio de una cuota fija, uno tenía la opción de escoger mas o menos su contenido y saltarse los molestos anuncios.

Todo lo digital debería ser gratuito

Las computadoras, el Internet y en general la tecnología nos han permitido tener acceso no solo a medios creativos de entretenimiento sino a servicios y productos digitales como el software. Inicialmente empacados en caja y ahora simplemente como descargas. La revolución que significó por ejemplo Napster y eventualmente el iPod nos hizo reflexionar si realmente necesitabamos un estante del tamaño de un librero para guardar toda nuestra colección de música. Yo, como muchos, construímos nuestra biblioteca de miles de canciones descargándolas gratuitamente de servicios como Napster, Audiogalaxy, etc.

Esta posibilidad de poder adquirir contenido y servicios digitales de manera gratuita y no siempre legal, nos ha hecho creer que tenemos una especie de derecho a exigirlo, desde música, fotografía, noticias, películas, series y obviamente software. La queja constante del consumidor contemporaneo es el «abuso» de publicidad, las limitantes de algún software o la parcialidad de algún medio. Hay quienes no necesariamente se quejan del modelo freemium pero sí de los precios de suscripciones o licencias cuando se adquiere un plan «premium» o completo, sin limitantes.

Haciendo cuentas

Hace unas semanas tuve que comprar rentar una licencia de Adobe Acrobat DC, el software profesional de Adobe para crear PDF’s ya que requería crear una serie de plantillas para un software que estaba desarrollando para un cliente personal. Ya cuento con una licencia de «Adobe Photography» que incluye entre otras cosas Photoshop y Lightroom, los cuales usa mi esposa, arquitecta, ya que para mis necesidades básicas Gimp + Inkscape es más que suficiente. Mientras navegaba por los foros de Adobe buscando ayuda sobre un tema en particular encontré una queja constante en el foro:

Adobe cobra demasiado por sus productos

Si bien es cierto que la paquetería de Adobe no es para nada económica resulta que es un producto sumamente complejo y por ende, tiene un costo de desarrollo bastante alto. Mentiría si digo que conozco el margen de ganancia de la compañía que seguramente debe ser bastante, lo que si tengo conocimiento es de los tabuladores de alguien que se dedica al área creativa…

Por ejemplo, un plan individual, con todas las aplicaciones creativas, es decir, las principales como Photoshop, Lightroom, Illustrator, Acrobat, Dreamweaver, InDesign, Premiere, Audition y las de relleno, a la fecha en que escribo esto, tiene un costo mensual de $ 53 USD, o pagado anualmente, $599. Si redondeamos los $600 USD y los dividimos en 12 meses si pagaramos por año nos da un total de $50 USD al mes.

Este paquete incluye actualizaciones, almacenamiento en «la nube» y posibilidad de utilizar el software donde sea que lo instalemos siempre y cuando iniciemos sesión con nuestra cuenta. Desde retoque fotográfico hasta edición de video profesional.

Me cuesta trabajo entender como un diseñador gráfico, un arquitecto o un mercadólogo no podría destinar $50 USD mensuales a las herramientas clave para desarrollar su trabajo, es decir, supongamos que una consultoría que incluya alguno de sus servicios me cueste, por muy barato, $15 USD la hora. Si esta persona trabaja 3 horas prácticamente paga la licencia mensual del software, que repito, es una herramienta elemental para desempeñar sus labores.

¿Por qué no nos gusta pagar por servicios digitales?

La respuesta es sencilla: porque podemos, o podíamos, obtenerlos gratis. Si le preguntamos a alguien si desea obtener un producto o servicio y tiene dos opciones: pagar o simplemente usarlo gratuitamente, la respuesta es obvia. Hace años era aun muy sencillo descargar por ejemplo la suite de Adobe, completa, sin licencia y «crackearla» para utilizarla en nuestros equipos. Ahora que tenemos más ancho de banda, las compañías están moviendose a un modelo de subscripciones donde simplemente se nos «renta» el uso del software aunque curiosamente siempre ha sido así, es decir, el software nunca fue nuestro, solo pagabamos por el derecho de utilizarlo, lo que ha cambiado, como en la música, son los medios de distribución.

Puesto que ahora debemos de pagar una de estas suscripciones y es bastante más complicado utilizar el software sin una cuenta de pago, hay quienes incluso han optado por quedarse con la «ultima versión que se pudo crackear» para evitar pagar por ella. Eventualmente, estos usuarios no tendrán más opción que terminar pagando pues el software se volverá obsoleto.

El mercado digital sí es redituable

No tengo datos a la mano en relación a la venta de servicios digitales pero puedo hablar desde una perspectiva personal: pasé, como muchos, de usar copias de software en CD’s «prestados» a rentar licencias del software que uso en mis equipos, de descargar música a pagar una suscripción de Google Music, de ver TV por cable a pagar Youtube RED para ver contenido sin anuncios, etc.

¿Y cómo pasé de gratis, freemium, anuncios, etc. a pagar? Bueno, si lo tuviera que resumir es sencillo: engagement del producto y valor agregado. En realidad siempre ha sido así. Verán, la «piratería» siempre ha existido, sucede que, las grandes corporaciones tienen sus ingresos usualmente en clientes que por lo regular son empresas que no pueden darse el lujo de estar a la deriva sin soporte; siempre es importante tener a alguien a quien podemos hablar y preguntar o pedir ayuda en caso de que las cosas salgan mal, sobre todo si la operación de nuestro negocio depende de ello.

Por ejemplo, aunque no soy gran conossieur del Jazz me encanta escucharlo, desafortunadamente, al ser un género de nicho (si lo comparamos con el pop o la desagradable «música urbana«) es obvio que es más difícil conseguir esta música. Es por ello que pago una renta mensual de $7 usd que me permite escuchar más de 40 diferentes estaciones dependiendo el estilo de Jazz, por este precio, me parece bastante razonable, sobre todo considerando que mi tiempo es valioso, como para estar buscando discos «por internet» de Jazz por horas, horas que, honestamente, puedo generar mucho más ingreso que lo que pago por esta suscripción.

Si el producto es grátis, tú eres el producto!

Así que al final del día, todo depende de como valoramos nuestro tiempo, comodidad y sobre todo el provecho que le sacamos a estos productos. Como comenté en otra publicación, contrario a que desaparezcan, creo que los servicios «premium» se volverán cada ves más rentables, incluso los digitales, sobre todo si consideramos que la mayoría de los servicios gratuitos o muy económicos serán la mayoría de las veces de menor calidad, solo hay que voltear a ver la industria aeronáutica y entenderán a lo qué me refiero. Por último, recordar que cuando el producto es bueno y es gratuito, nosotros somos el producto:

Publicado enCiencia y TecnologíaGeneralPolítica, Historia y Sociedad.

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