Hoy me puse a re-organizar y planear algunas cosas de mi vida personal y siempre que intento hacerlo mentalmente, prefiero tomar papel y pluma o, como en el caso de hoy, agregarle un poco de vida y utilizar marcadores/plumones y plumas de color en papel físico.
Aún cuando tenemos bastantes herramientas digitales para procesos de mind mapping, siempre vuelvo al órigen. Existe alguna razón por la cual la relación entre hombre-papel genera, al menos en mí, un estímulo especial en mi cerebro que me permite organizar ideas y sobre todo inspirarme que los dispositivos digitales simplemente no hacen.
Quizá es un tema relacionado con mi personalidad, soy un «romántico» desde siempre y puede que eso influya en mi subconsciente. También lo atributo al método educativo que recibimos los de nuestra generación en tempranas edades de nuestras vidas donde el material didáctico, los colores, y otros elementos de soporte fueron escenciales para el desarrollo creativo. Son esos años clave en nuestra infancia dónde desarrollaremos las bases de muchas de las habilidades que nos van a acompañar el resto de nuestras vidas.
Y es que, hay una necesidad intrínseca en el ser humano de relacionar ideas o conceptos con objetos y situaciones tangibles y/o experiencias vividas. Como en los perfumes, otro de mis hobbies. Los aromas nos pueden transportar a lugares o situaciones que tenemos guardados en la mente pero, lo más interesante aún es que, la increíble capacidad de nuestro cerebro nos permite inventar ideas o formas materiales a estos aromas que de otra manera no podríamos describir. Un perfume de verano que «huele a mar», una escencia oriental que nos remonta a epocas Decembrinas.
Relacionar ideas y pensamientos con objetos cotidianos sin usar tecnología, con el uso de herramientas «tradicionales» me parece una de las cosas más placenteras y productivas.
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