Nunca fui particularmente seguidor de tendencias. Con temor a escucharme pedante diría que siempre he sido diferente; a mi hermano le gustaban las tortugas ninjas y G.I Joe mientras yo prefería jugar con trascabos y bulldozers. Siempre tuve una tendencia a preferir las cosas técnicas y más sofisticadas que los demás. Como muchos, estos patrones probablemente definieron no solo mi profesión sino mi personalidad.
Hace unos días leí una publicación en LinkedIn que decía lo siguiente:
Si quieres conocer a una persona, observa cómo viste, sus zapatos, su corte de cabello, incluso observa sus accesorios como el reloj, pulseras o etcétera. Ahora, si deseas conocerle íntimamente, revisa su ortografía y su redacción, pero en especial revisa su biblioteca; su lectura y sus expresiones lo identificarán y revelará quién es realmente, es decir, la persona a través de su cultura.
Como era de esperarse le llovieron comentarios, más negativos que de conformidad. La cereza del pastel fue esta respuesta:
Es curioso que una persona en IT hable de cultura, para mi la cultura es conocimiento inútil, no sirve para nada, no resuelve nada ni ayuda en nada, me gusta más el conocimiento práctico que si resuelve problemas y ayuda a las personas a mejorar su calidad de vida, la historia más importante es la que estamos construyendo hoy en día
¿El común denominador de los comentarios en contra? Ingenieros, programadores, técnicos, etc.
Parte de mi personalidad, como comentaba al inicio, siempre se inclinó más a darle importancia a los aspectos más técnicos a mi alrededor que aquellos que consideraba banales. Mi hermano mayor siempre fue el agradable, bien vestido y chic. Mi madre batalló por vestirme, peinarme y mantenerme presentable hasta mi pubertad aunque, en mi defensa, puedo decir que siempre he sido pulcro. No fue sino hasta mis 20’s que entendí que para agradarle al sexo opuesto tenía que poner de mi parte no solo en mi aspecto físico sino en mis habilidades sociales.
No podría decir que me convertí en un «dandy» pero definitivamente mejoré mi aspecto, mi habilidad de palabra y mi confianza personal. Gran parte de lo anterior se lo debo a las mujeres que han estado a mi alrededor, por supuesto. Pero más allá del aspecto físico, del estilo de ropa, el corte de cabello y los perfumes, entendí que nuestra imagen y nuestro comportamiento nos define por partes iguales.
Siempre he tenido gusto por la lectura y la escritura. Y aunque no me considero un devorador de libros de literatura o ficción me fascina la historia y la política. Tampoco cuento con las mejores habilidades de redacción pero escribir y transmitir ideas es también una de las actividades que más disfruto. Puedo apreciar y diferenciar el arte en sus diferentes expresiones como la arquitectura y la pintura. Escucho jazz mientras cocino y me encanta entablar un buen debate o conversación sobre prácticamente cualquier tema. Todos los puntos anteriores convergen en una misma dirección: cultura.
Creo que hasta el día de hoy he recibido mayormente buenos comentarios sobre mi desempeño laboral. Nunca he sido un as de las matemáticas o del cálculo, sin embargo, he desarrollado habilidades como la lógica, el análisis y la lectura de comprensión, por mencionar algunas, que son sumamente útiles a la hora de desarrollar software o dedicarse en general a cualquier profesión que requiera habilidades de pensamiento. La única razón por la cual he escalado en mi vida profesional ha sido precisamente por apoyarme en estas habilidades para ir adquiriendo más conocimiento y experiencia pues ni siquiera llegué a media carrera universitaria.
Negar la importancia de todo lo que abarca las humanidades como la música, el arte, la filosofía, la escritura, la pintura y cualquier otra expresión artística en temas de ciencia y tecnología es ser simplemente ignorantes. La base de la mayoría de las ciencias se cimienta precisamente en algunas de estas ciencias humanas como la filosofía y la lógica.
Cuando una persona es pulcra me demuestra disciplina, cuando alguien es sobrio en su manera de vestir demuestra balance, cuando alguien acude bien vestido, rasurado y con zapatos en vez de tenis a una entrevista demuestra interés y compromiso, cuando alguien se esfuerza por llevar una buena ortografía demuestra organización y atención a los detalles, cuando alguien sabe escribir de manera legible demuestra facilidad de palabra.
No es necesario leer 1 libro cada semana, acudir al club de escritores de la ciudad o estar al último grito de la moda, tampoco es necesario utilizar un correcto ortográfico para enviar mensajes instantáneos en nuestro smartphone. Hay un lugar para cada cosa, pero nuestras capacidades personales definen como nos vamos a desempeñar en nuestro trabajo y el nivel de calidad de lo que haremos. Un producto mal diseñado o de pobre calidad manifiesta la personalidad de quienes lo hicieron.
Como ingenieros y personas técnicas debemos hacer un lado la idea de que nuestros conocimientos son suficientes para satisfacer las necesidades de los demás, es una manera egoísta de pensar pero sobre todo auto-condescendiente. El cliché de que los ingenieros no tenemos nada que aportar más que instrucciones y código debe desaparecer de nuestras mentes y dejar de justificarlo.
Los medios y la cultura popular nos han hecho creer en el estereotipo del ingeniero, del programador, pero, a menos que seas una eminencia que aporta conocimiento y desarrollo indispensable a la humanidad, de ese nivel Einstein o Newton, tendrás que aportar algo más que tu conocimiento y habilidades técnicas y desarrollar otras áreas en tu vida. Romantizar a los Zuckerbergs, Jobs y demás personajes de Silicon Valley en playeras y tenis nos ha hecho creer que somos uno de ellos, pues bien, no lo somos. Los «de a pie«, los normales, tenemos otra historia que contar. Hazla interesante rodeándote de cultura.
Totalmente de acuerdo. Otra cosa que agregaría para saber más de una persona es la música que escucha. Y sí, a veces idolatramos a los personajes de Silicon Valley tal vez porque nos sentimos indentificados y es lo que queremos llegar a ser algun día los que estamos en la industria. Una vez un psicólogo me dijo que los Ingenieros o personas técnicas eran los peores para hacer música, eso es algo que es totalmente incorrecto al menos para mí ya que conozco a una buena cantidad de excelentes músicos que son ingenieros o se dedican a algo técnico.
Muy buen post Gustavo!
Saludos!
Si, definitivamente la música también es un elemento importante en la vida de la mayoría de las personas y pues, siendo parte del menú cultural, también nos define como personas. Sobre lo de romantizar Silicon Valley es precisamente mi punto; pocos van a llegar ahí a hacer una diferencia y es por eso que debemos enfocarnos en desarrollar otras habilidades. Saludos Frank!