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Gasolinas, corrupción y otros demonios

Hace casi exactamente dos años escribía sobre el desabastecimiento de combustible en Baja California, situación que nos pegó duro por unos días a los que vivimos en esta parte del país en el cual comentaba que en México «Cada quien jala agua para su propio molino» y hace un par de semanas, cuando el problema del desabasto en el centro del país se agudizaba por la famosa «Lucha contra el huachicol«, Tatiana Clouthier tweeteaba lo siguiente:

Las respuestas, como era de esperarse, no tardaron y la que más «likes» tenía, curiosamente, era la siguiente:

Lo cual me hizo recordar mi publicación anterior y confirmar, nuevamente que, en México cada quien jala agua para su propio molino, pero, ¿Por qué?

Tu problema no es mi problema

Aunque parece una declaración muy ligera, lo que dice Tatiana (o su amigo) es totalmente cierto; el sistema de seguridad social mexicano está podrido desde hace muchísimos años y es bien sabido que no nada mas no se atiende a los derechohabientes en tiempo y forma sino que existe una cantidad morbosa de medicamentos robados (o regalados a no derechohabientes) en la institución lo cual efectivamente causa desabasto de los mismos aunque más que desabasto yo le llamaría falta de disponibilidad pues el medicamento la mayoría de las veces existe pero se va a las manos equivocadas.

La lógica de Cynthia en este caso, como el de muchas otras personas que piensan similar, es «Pero si no hay medicamentos en el IMSS pues puedo conseguirlos en otro lugar» y ahí es precisamente donde entra la insensibilidad social y la indiferencia de una clase social que no entiende los problemas de millones de mexicanos sumidos en pobreza: el «pues es que yo si puedo«.

Verán, si muchos como Cynthia, efectivamente pudieran obtener su combustible por algún otro medio lo más seguro es que no solo no se quejarían sino que no le tomarían importancia al asunto. Es más, tacharían de «revoltosos» a quienes si se quejan o en el mejor de los casos dirían «pues consiganlo en otro lugar» porque esa es su lógica.

El problema es que estamos hablando de productos o servicios que de alguna manera el Estado está OBLIGADO a proveer. Reclamar por ejemplo, medicamentos al IMSS es lo más natural, sobre todo si es un problema constante (la disponibilidad) y considerando que de ninguna manera es gratuito pues hay que recordar que tanto patrón como empleado aportan dinero a dicha institución para gozar de los servicios.

Sensibilizandonos por necesidad

Pagar entonces por gasolina si tuvieramos la opción mientras que otros no pueden nos convierte en una clase de ciudadano privilegiado. Bien, pues eso mismo pasa con los medicamentos del IMSS, o el agua potable, o la electricidad, o la recolección de basura u otros servicios básicos que nos debe proveer el Estado considerando que seamos ciudadanos cumplidos y que pagamos impuestos.

Me pregunto entonces si personas como Cynthia se han puesto a pensar que hay personas que su única opción es obtener los medicamentos directamente del IMSS porque simplemente no hay dinero extra como para ir a adquirirlos a una farmacia, o unos análisis, o un chequeo, etc.

No todas las personas tienen los medios para adquirir las cosas por otros medios. Actuar como que no nos damos cuenta de ello porque otros lo pueden conseguir en el sector privado es hacerse «de la vista gorda » sobre un problema del que sufre México desde sus inicios como nación independiente: desigualdad y clasismo.

Ojos que no ven, corrupción que no se siente

Sin tomar postura política les puedo decir que, independientemente de que si la estrategia aplicada está bien estudiada o no, el robo de combustibles en el país es un problema muy, muy grave pues una de las principales fuentes de ingresos de la federación dependen de la (muy descuidada) industria de hidrocarburos. El robo de gasolina nos afecta a todos pero no tanto por el desabasto de la gasolina sino por los boquetes financieros que deja y que tu y yo tenemos que solventar.

Es increíble como entre huachicoleo, litros de menos de un litro, empresarios de gasolineras que compran combustible robado y una reforma energética fracasada lo que a algunos más les molesta sean las largas filas para llenar su tanque o tener que caminar para ir al trabajo. Como siempre, lo que nos afecta directamente y tenemos a simple vista es lo que hace movilizarnos y, tristemente, solo así nos informamos o exigimos.

Hay que tratar de ver más alla de nuestras narices, nuestros propios problemas y nuestras propias posibilidades y entender que sin sensibilizarnos por lo que le afecta a otros en la misma sociedad donde vivimos eventualmente tendrá consecuencias directas en nuestras vidas.

Recordando esta cita que si bien aborda un evento mucho más complejo y trágico, es una perfecta analogía de lo que trato de transmitir:

Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a por los judíos,
no pronuncié palabra,
porque yo no era judío.
Cuando finalmente vinieron a por mí,
no había nadie más que pudiera protestar.

Martin Niemöller
Publicado enGeneralPolítica, Historia y Sociedad.

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